El popularísimo músico tropical se sometió tres veces a cirugías estéticas, incluso frente a las cámaras de televisión. Cuenta esas experiencias. Asegura que nunca sufrió. Y que todo lo hizo para sentirse cada vez más conforme consigo mismo y para darle al público lo mejor.
Por Patricia Yohai
Ese hombre menudo, bajito, tranquilo al hablar, hace vibrar al público como “el pionero de la Nueva Movida Tropical”. Y aunque no anda por la vida cargando el estereotipo de estrella, sabe que el profesionalismo de un artista exige una buena imagen y que entre las mejores consecuencias de tenerla no están sólo los aplausos, los discos, los recitales, es decir, la certificación de que se percibe que cuerpo y alma se están brindando en el escenario; también existe, él lo experimentó, esa sensación inmensamente feliz de estar bien, antes que nada, consigo mismo.
Por eso, Ricardo Aguirre, conocido por todos como Ricky Maravilla, no le teme al bisturí. A lo largo de su vida (no se sabe cuán larga es, porque guarda su edad como un secreto) pasó tres veces por cirugías plásticas. Incluso sin esconderse.
En efecto, este salteño, cantante y actor, que cuando era jovencito sufría porque lo apodaban “el petiso”, fue convocado en diciembre de 2005 por el programa de televisión Transformaciones para cambiar ante las cámaras. Un hombre como él, de permanente exposición, ya se había reído de los prejuicios estéticos con una canción popular, esa que dice “qué tendrá el petiso…” Pero quería más: mejorar su imagen para asegurarse de que le daba a los espectadores “lo mejor de sí”. Pensó: “Tengo que mostrar qué tiene el petiso. El público me tiene que ver bien. Ahí pongo toda mi energía, todas mis pilas”.
“Tengo que mostrar qué tiene el petiso. El público me tiene que ver bien”.
Sobre las operaciones
Ricky decidió su primera cirugía estética alrededor de 1990. Un cirujano plástico amigo le propuso mejorarle la nariz y rejuvenecerlo con un lifting. En un par de días tuvo todos los estudios prequirúrgicos y se operó. “Cuando me desperté tenía la nariz inflamada, me dieron unas compresas para la cara y tomé los antibióticos que me había recetado el médico; eso duró unos tres días, luego aparecieron algunos moretones alrededor de la nariz. Pero, ¿la verdad?, no sentí ningún tipo de dolor”.
Ahí se dio cuenta de los beneficios de la cirugía estética cuando se toman todos los recaudos, cuando se confía en el profesional que vale, y dejó pasar hasta 2002 para reincidir y sacarse la antipática papada.
Finalmente llegamos a diciembre de 2005 y los cirujanos plásticos de Transformaciones le hicieron un micro injerto de pelo que le permite lucir su flequillo (“sin flequillo no existe Ricky Maravilla” dice riéndose), le aplicaron Botox para paralizar los músculos de los surcos de la cara y le hicieron una Laserlipólisis en el estómago. “Me siento bárbaro, ahora que me saqué los rollitos puedo usar remeras ajustadas y, durante el verano, en traje de baño, estaba feliz”.
Jura a quien quiera escucharlo que no le dolió nada. “Si bien cuando llegué a los Centros estaba un poco nervioso, me dieron un calmante, me recostaron, luego me adormecí y no me acuerdo nada más. Cuando me desperté estaba fajado, tenía unas vendas en la cara, pero dolor no sentí”.
La noche de ese lunes la pasó en los Centros donde se operó, “necesitaba estar tranquilo, descansar”, cuenta. Al día siguiente, luego de los controles y después de tomar la medicación, y ya más relajado, volvió a su casa. “Me operé un lunes y el viernes de esa semana ya estaba actuando”. Una maravilla.
“Antes los hombres se resignaban al paso del tiempo. Yo pienso que hay que aprovechar la ciencia”
Alma y cuerpo en equilibrio
Su filosofía le dice que cuando alguien está bien espiritualmente tiene que ayudarse para que su cuerpo lo refleje: “Eso es -afirma- quererse más a uno mismo”. Pero ante todo, está convencido de los beneficios que ofrecen los adelantos científicos para sentirse mejor por fuera y por dentro.
Pacífico, sin intenciones de polemizar, nos explica su desacuerdo con la resistencia que tienen muchos hombres a la cirugía estética. “Hace años atrás era muy raro que un hombre se hiciera una cirugía, era un tabú, eso era exclusivo de las mujeres; los hombres se resignaban a quedarse como estaban, a las canas, a las arrugas, en una palabra: al paso del tiempo. Yo pienso todo lo contrario, hay que aprovechar lo que nos está ofreciendo la ciencia”.
No hay dudas de que estamos frente a un hombre coqueto. Concretamente no se sabe si al algo que quiera mejorar ahora. Lo seguro es que hay especialistas a su disposición. Y a la nuestra.